jueves, 19 de mayo de 2016

EL EFECTO "LONGSELLER"


¿Publicación tradicional o autopublicación?

Esta es una de las típicas preguntas que me han hecho durante los últimos años. Lo han hecho autores que están empezando, periodistas e incluso algún editor. Precisamente, hace unas semanas, hablando con una persona que se mueve muy bien por los mundos literarios, me decía que le chocaba que algunos autores desechasen de entrada presentar sus obras a una agencia o a una editorial. Hace pocos años, la autopublicación era la opción del "rechazado", de los autores faltos de calidad o de aquellos que simplemente querían escribir un libro como proyecto vital.

Las plataformas digitales han dado un puñetazo en la mesa y la autopublicación se ha convertido en una opción, no en la opción B. Poner a la venta nuestras creaciones en plataformas digitales es relativamente económico, tenemos multitud de herramientas en la red para construir una portada, maquetarla y dejarla con un acabado profesional.

Inconvenientes, sí, a todos nos gusta tener una edición en papel y si apostamos por hacerla, lo más probable es que su distribución sea prácticamente nula. Además, muchos lectores tienen interiorizado el estigma de "fracasado" cuando a sus manos les llega un ejemplar autopublicado. Las grandes librerías, los centros comerciales y las gasolineras no tendrán libros de autores "indies", pero debemos entender que ese espacio está reservado para la élite editorial.

Ventajas, sí, unas cuantas. Nosotros fijamos el precio, gestionamos nuestras ventas y no tenemos que repartir nuestros ingresos con ningún intermediario.

Un autopublicado difícilmente será un bestseller, aunque si me permitís abrir el tarro de mis vanidades, yo lo he sido y muchos otros autores también han saboreado las mieles de un superventas.

Es curioso, porque fue precisamente esa persona que antes refería, la que me confesó que la vida editorial de un libro es de unos tres meses. Seis o siete a mucho estirar. Y es que un bestseller estará un mes en un lugar destacado de la librería y tres o cuatro meses en una estantería ordenada alfabéticamente. Luego perderá fuelle, el librero tendrá un par de ejemplares en stock y al cabo de un año estará descatalogado.
Una de las ventajas de la autopublicación es que el autor, dueño y señor de su proyecto, mantendrá para siempre la llama encendida, porque es suya y tiene el mechero. Luchará por su obra y hará lo posible para que sea visible en las plataformas digitales el máximo tiempo posible.

Ese interés en eternizar la obra, que solo el autor procurará, provoca que los libros -hayan sido o no bestsellers- se conviertan en "longsellers".

Parece mentira, pero La herencia de Jerusalén, mi primera novela, se puso a la venta en Amazon hace ahora cuatro años. En los dos primeros, más de 15000 lectores disfrutaron de las aventuras del profesor Malluck y su trupe. La novela fue un bestseller durante ese tiempo, algo que no hubiese sucedido si hubiese salido a la venta, de entrada, con una editorial tradicional.

Pero han trascurrido otros dos años. Lógicamente, no compran la novela siete mil lectores al año, pero sí que se continúa vendiendo. Cada mes hay medio centenar de descargas y la vaca sigue dando leche, aunque tenga la ubre vieja.

Echo la vista atrás y no cambiaría por nada del mundo ese año y medio en que vendía a destajo, pero no sabéis la ilusión que me hace que la novela se haya convertido en un longseller.


Hasta otro ratito.

2 comentarios:

  1. Cuánta razón tienes, Josep. La vida "útil" de un libro en las librerías es corta a menos que sea una novela extraordinaria o que tenga una suerte extraordinaria y se convierta en bestseller en librerías. Lo único positivo de una buena editorial es la distribución en papel, el nombre del autor se va haciendo familiar y por ahora, al menos en España, donde más libros se venden es en las tiendas físicas.

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  2. Gracias por pasarte Blanca. Tú eres un claro ejemplo de la longevidad de tus obras. Muchos éxitos!

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