Recuerdo como si fuese hoy un día
de Sant Jordi, corría el año 1981 e iba de la mano de mis padres, paseando por
Paseo de Gracia, asomando mi naricita por encima de las mesas repletas de
libros. Recuerdo que pude ver firmando a alguno de mis autores de la época,
aunque me quedo con la imagen de Joaquim Carbó dibujándome una sonrisa bajo su
barba blanca. También recuerdo mi disgusto por no poderme acercar a conocer a Michael
Ende.
Viví ese día como uno de los más
emocionantes de mi vida y me prometí –qué iba a saber yo-, que un día estaría
yo firmando libros en una caseta el día de Sant Jordi.
Ese día llegó en el 2010 y,
aunque nunca olvidaré ese día, tampoco firmé lo que me hubiese gustado y volví
a casa pensando que había sido un día para olvidar.
Durante los años siguientes no he
faltado a la cita. De un modo u otro, con mayor o menor éxito, he tenido la
oportunidad de estar ahí con mis lectores disfrutando como un enano.
Y es curioso, muy curioso. Este
año no me apetecía estar firmando, principalmente porque no quise hacerlo con
los mismos títulos del año anterior, pero también porque quería volver a vivir
Sant Jordi desde la barrera, pasear tranquilamente por las calles de la ciudad
y saludar a compañeros que ese día sí ejercían de escritores.
No obstante, también he
descubierto que Sant Jordi va mucho más allá del 23 de abril y que hay muchas
actividades que también merecen la pena.
El martes pasado entregué los
diplomas a los ganadores del concurso literario organizado por Fem un Llibre a
los alumnos de sexto de primaria de l’escola Immaculada Concepció de Gavà y os
aseguro que ver las caras de los chavales al ver sus trabajos recogidos en una
antología no tiene precio.
El miércoles tuve el placer de
charlar con Berta Bruna (Ag. Literaria Sandra Bruna) en un acto organizado por
Alpha Espai Coworking. Ambos pudimos ofrecer nuestros propios puntos de vista acerca
de los caminos de la publicación (publicación tradicional Vs autor
independiente) y, aunque parezca sorprendente, no estaban tan alejados como en
un principio pudiese parecer.
El jueves por la tarde me acerqué
a la librería La font de Mimir para tratar de poner luz algunos misterios y
enigmas de las religiones, el principal hilo conductor de mis últimas obras. Una
experiencia más para la saca.
El viernes llegaba a Barcelona
María José Moreno y unos cuantos autores nos fuimos de cena en el barrio de
Sants para celebrar su llegada y brindar por los lazos de amistad que ha
forjado el tiempo. Era un preámbulo de Sant Jordi.
A primera hora de la mañana,
desayunamos en casa de Núria con toda la troupe y emprendimos la marcha hacia
las repletas calles de Barcelona. Saludamos a Maria Català, a Lola Mariné, a
Josep Camps i Francesc Miralles. Lo hicimos también con María José Moreno e
Isabel Del Río, cuyos libros fueron a la saca con dedicatoria incluida. Por el
camino vimos a Santiago Posteguillo –qué hombre más serio, ¡por Dios!-, a Toni
Hill y a un largo etcétera de escritores que no faltaron a la cita.
Este año no hubo cena post-Sant
Jordi, ni siquiera una ronda de Gintónics con los amigos. Nos recogimos pronto,
antes de las ocho de la tarde, justo cuando la lluvia ponía fin a una jornada
como siempre mágica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario