martes, 12 de julio de 2016
LA MUERTE DEL PAPA JUAN PABLO I
A
lo largo de la historia, algunas de las muertes papales han estado cubiertas de
un manto conspiratorio que El Vaticano siempre ha conseguido disimular. Como en
todos los gobiernos -porque ejercer un pontificado es en toda regla una
jefatura de estado-, las luchas de poder y los intereses de las diferentes
corrientes de adoctrinamiento, han manchado de sangre a
Por
ese motivo, nos centraremos en un caso relativamente reciente, aunque de ello
ya han transcurrido cerca de cuarenta años.
Conocido
como "el Papa de la sonrisa" o "el humilde", tristemente
será recordado por la brevedad de su mandato. De nombre secular Albino Luciani,
Juan Pablo I fue el pontífice número 263 de la historia y sucesor de Pablo IV.
Llegó al sillón vaticano el 26 de agosto de 1978 tras una rápida fumata blanca.
Desde el primer momento puso en valor un aire reformista y un propósito claro
de ahondar en las transformaciones iniciadas por Juan XIII. Era un Papa amable,
de los que causaban ciertas simpatías a una sociedad, que por esa época,
necesitaba de una renovación en el timón católico. Tanta fue su predisposición
al cambio, que una semana después de su mandato anunció que auditaría y haría públicas
las cuentas de
La
mala suerte quiso que falleciera treinta y tres días después de haber sido
elegido, eso si damos por supuesto que su
defunción fue meramente natural y caprichosa. La comunicación oficial de
El
Vaticano anunció que no se realizaría autopsia a su cuerpo, aunque esa será
siempre la versión oficial. La incredulidad de los feligreses fue tal que
rápidamente salieron a la luz diferentes especulaciones, como el asesinato o el
suicidio.
En
pleno proceso de elección del siguiente pontífice se supo que la muerte podría
haber sido producida por una intoxicación farmacológica y eso hizo aumentar el
tamaño de las teorías conspiratorias, sobre todo al emitir un segundo
diagnóstico post-mortem. Teniendo en cuenta, además, que no existía
oficialmente un estudio forense. ¿Por qué ese cambio en el diagnóstico?
En
este punto, El Vaticano, temiendo que tomaran fuerza las teorías que apuntaban
que la causa de la muerte podría haber sido un asesinato, se apresuraron a explicar
que Juan Pablo I había ingerido una dosis demasiado grande de un medicamento que
tomaba habitualmente para regular la presión arterial. De todos modos, aunque
la información oficial sostenía pues, que la causa de la muerte tenía un origen
toxicológico accidental, lo cierto es que tampoco hicieron demasiados esfuerzos
para desmentir los rumores que apuntaban a un suicidio.
A
fecha de hoy se desconoce si finalmente se le practicó una autopsia al cadáver
del infortunado Albino y la versión oficial sostiene que no se hizo.
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