Dicen que las locuras son cosa de jóvenes, que cuando uno
adquiere la madurez deja de hacer estupideces.
Hace unos días la editorial me invitó a asistir a la Feria
del Libro de Madrid para firmar ejemplares de La herencia de Jerusalén en la
caseta de Distriforma. Asistir al evento implicaba hacer algunos cambios de
última hora en mi agenda y tenía poco tiempo para organizar el viaje. La
logística no ponía de su parte y los trenes y los aviones no acababan de
cuadrar con mis horarios, de modo que decidí viajar a Madrid en coche con
Silvia, mi "Primera Dama". Ambos teníamos compromisos ineludibles el sábado por
la noche, de modo que tuvimos que retrasar nuestra salida y así empezó la
aventura.
El despertador se burló de nosotros a las cuatro de la
madrugada y nos invitó a levantarnos para empezar nuestra peripecia. Como los
escolares que se levantan a la primera los días de excursión, nos levantamos
sin rechistar y con las legañas aún colgando salimos en coche hacia Madrid. El
viaje era largo, no en vano, aunque digan que las distancias cada vez son más
cortas, entre Barcelona y Madrid continúa habiendo seiscientos kilómetros, de
modo que decidí pisar gas para llegar lo más temprano posible. Mientras
conducía, visualizaba lo que ocurriría horas más tarde: el encuentro con los
amigos, una cola de fans esperando delante de la caseta 31 y los “paparazzi”
haciendo fotos a mi llegada. Los típicos efectos de haber dormido solo tres
horas y media. Pero la primera foto no fue de un “paparazzi”, fue un radar
situado a pocos kilómetros de Zaragoza. Quedamos guapísimos...
Al llegar a Madrid, aparqué en la calle, gratis y a 150
metros de la caseta en la que iba a firmar. Algo me decía que eso era una
señal, el principio de un día exitoso. Había quedado con Mayte Esteban, autora de Ediciones B, para
poder conocernos en persona e intercambiarnos nuestros libros. Nuestra cita era
a partir de las doce, la hora que había estimado que llegaría a Madrid, pero
aún eran las once, de modo que mientras paseaba por el parque de El Retiro me
dispuse a enviarle un whatsapp y decirle que ya estaba en Madrid. Saqué el
móvil del bolsillo, busqué el contacto y... ¡Qué fuerte! Y luego dicen que los
escritores nos inventamos historias inverosímiles e increíbles. Levanté la
cabeza para no chocar con la gente que venía de frente y me la encuentro a ella
delante de mis narices. Mayte y su familia habían venido también un poco antes
y nos encontramos por casualidad.
Debo decir que Mayte tiene una familia encantadora, más
majos todos que las pesetas y fue un placer pasar un buen rato con ellos. Mayte
compró La herencia de Jerusalén y yo compré su novela Detrás del Cristal. Como
dos niños buenos, nos sentamos en un banco del parque, castigados por la
violencia del sol de mediodía y nos dedicamos los libros.
La Feria estaba llena de gente a mediodía y empezaban a
formarse las primeras colas en las casetas donde había autores conocidos. Pude
ver a Almudena Grandes, Lorenzo Silva o Julia Navarro, entre otros y saludé a Martí
Gironell; nos deseamos suerte mutuamente.
Luego nos fuimos a comer por la zona del Mercado de San
Miguel, cerca de la Puerta del Sol y la Plaza Mayor. Como no podía ser de otro
modo, nos decidimos por Casa Lucio, el templo de los huevos estrellados. Por
cierto, hacen unos callos a la madrileña que son un vicio.
Después de hacer un poco de turismo, regresamos a la zona de
El Retiro y nos quedamos un rato en el interior del coche reponiendo fuerzas y
cargando los móviles. Quedaba media hora para que empezase el espectáculo, mi
espectáculo y los nervios, que hasta ese momento habían estado templados,
empezaron a aflorar en forma de mariposeo intestinal.
18:30, la hora. En la caseta 31 de Distriforma nos esperaban
Juanma y Almudena, dos chicos encantadores y serviciales que nos trataron a
cuerpo de rey. Me explicaron que, si bien la gente se acerca a curiosear, a los
autores poco conocidos no les visita demasiada gente. Me quedé horrorizado
cuando me contaron que el autor que había estado la tarde antes no había
firmado ni un solo ejemplar.
Los primeros tres cuartos de hora anunciaban lo peor, la
gente sí se acercaba, miraba la portada, giraba el libro para leer la sinopsis,
hojeaban el interior, me sonreían y se iban. Me sentía como un animal del zoo
en su jaula, con gente que pasaba por delante mirándome como si fuese un
chimpancé que espera que alguien le tire un cacahuete. Miraba a Juanma de reojo
y recordaba sus palabras: “el autor que vino ayer no firmó ni uno”. ¡La madre
que me parió! Pero entonces vi llegar a Patricia, una antigua compañera de
trabajo, que se acercó a la Feria con su madre y su cuñada para desearme suerte
y para comprar tres ejemplares. ¡Toma ya!, ya no me iba de vacío.
Luego se acercaron algunos amigos más, el primero, AdriánGonzález de Luís, y luego José María Real y su esposa, mi querido ManuelNavarro y a última hora, mi otro querido amigo Julio García Castillo. Y lo
mejor, empezó a comprar gente anónima, de esa que solo sabes su nombre cuando
se lo preguntas para dedicarle el libro. Volví a mirar a Juanma con el rabillo
del ojo. Me levantó el pulgar y yo resoplé aliviado.
Balance de una tarde para recordar: ante todo, que me lo
pasé teta, que saludé a amigos que solo conocía virtualmente y me llevé a la
saca una docena de firmas.
Nos fuimos de Madrid a eso de las diez, agotados pero con
una maravillosa sensación de haber vivido un sueño, uno más de todos los que me
ha regalado La herencia de Jerusalén desde que decidí que viese la luz.
Al final, la locura mereció la pena, aunque siguiese siendo una autentica locura. Llegamos a Barcelona a las cuatro de la madrugada, dormimos un par de horas y no me aguanto en pie; tengo sueño y me duelen las piernas.
No me gustaría acabar este post sin agradecerle la invitación a Distriforma y a Ediciones Javisa23, especialmente a mis editores, Isabel y Javier, por estar siempre en la brecha. ¿Quién decía que los editores ya no cuidan a sus autores?
Me alegro de que te fuera genial. Me hubiera gustado saludarte, verte en acción firmando ese ejemplar en papel que tanto esfuerzo ha costado. Enhorabuenas. Un besazo.
ResponderEliminarEs verdad, me hubiese gustado coincidir ese fin de semana contigo. Te deseo mucha suerte este viernes, estoy seguro que arrasarás.
EliminarUn beso.
Lo importante es que has firmado en Madrid por primera vez. El año que viene vente en tren. Fue un placer saludarte y conocer a tu "primera dama", así como que me firmaras tu libro.
ResponderEliminarEl placer fue mío, Boris. Agradezco muchísimo que dedicases tu tiempo a hacerme una visita. Un abrazo.
EliminarMira que dijiste lo del radar... esperaba que te equivocases.
ResponderEliminarLa verdad es que fue un encuentro de lo más especial, si lo planeamos no sale tan bien. Yo iban hablando (cómo no) y mirando para otro lado y al escuchar mi nombre y mirar de frente no me podía creer que estuvieras ahí. ¡Fue genial!
Me alegro de que te encontrases todos esos lectores desconocidos, que lo pasaras genial y que estuvieras con nuestros compañeros, a los que espero tener la ocasión de saludar pronto.
Fueron una delicia ese par de horitas que pasamos todos juntos, el día acompañó y aunque ahora estés agotado y haya sido una locura, seguro que es uno de tus mejores recuerdos literarios. La primera vez en La Feria del Libro de Madrid!!
Besos a Silvia, tienes mucha suerte de tener esa primera dama.
Pues sí, Mayte. Fue un encuentro genial, lástima que el tiempo se nos tiró encima pero estoy seguro que encontraremos otra ocasión para volvernos a ver.
EliminarUn beso y recuerdos a Alberto y los niños.
Una tarde de domingo con temperatura suave y amigos estupendos. Ojalá hubiera más fiestas en torno a los libros. Y veo que llegasteis a Barcelona sanos y salvos. ¡Menudo rally!
ResponderEliminarAfortunadamente, el tiempo nos acompañó. No podía ser de otra manera, después de estar toda la semana rezándole a Manitú para que respetase mi día.
EliminarY sí, llegamos. No sé cómo, pero llegamos.
Un abrazo y muchas gracias por la visita a la caseta 31.
Eres un crack! Muchas felicidades por estar en la Feria del Libro!!! Y a tu primera dama por la paciencia del viaje ;-)
ResponderEliminarMuchas gracias, Judith. Te aseguro que fue una experiencia magnífica.
EliminarBesos
Toda una aventura tu viaje maratoniano a Madrid, parece una novela.
ResponderEliminarEsa foto del oso y el madroño me recuerda una que me debes DESDE HACE UN AÑO!!! jajaja!
Bueno, pues mañana más :)
Ups!!! ¿En serio que aún no te he mandado esas fotos? Este finde las busco y te las paso sin falta.
ResponderEliminarEspero acordarme, jajaja.
Un beso.