Robert y Audrey, dos jubilados de Russellvile, habían decidido pasar el día de Navidad en Little Rock, en casa de su hija y sus nietos. A primera hora de la mañana montaron en su viejo Ford Mustang del 67 para enfilar la Ruta 40. Audrey llevaba un pañuelo de seda verde atado a la cabeza y unas setenteras gafas de sol. Por su parte, Robert, impecable, como el buen dandi que siempre fue, vestía chaqueta jaspeada marrón con una gorra a juego. Una mirada de complicidad les hizo sonreír, parecían haber regresado a esos maravillosos años setenta.
- ¡Cómo pasa el tiempo, Bob! - Suspiró ella. - Parece que fue ayer... -
- Querida... Nosotros no hemos cambiado. Es el mundo lo que ha cambiado. -
- Y... ¿Por qué ha cambiado el mundo, Bob? -
Robert se encogió de hombros y esbozó una leve sonrisa.
En la radio estaba la respuesta, Bob Dylan les recordaba que la respuesta estaba flotando en el viento.
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