Varias personas me habían hablado
del estilo narrativo de Rafael R Costa y siempre para contarme maravillas de su
manera de describir a sus personajes, los espacios y los sentimientos. Con un
montón de lecturas acumuladas desde hacía tiempo, quiso el azar que me
tropezara con esta novela para desvirgarme en un estilo que me adjudico
bautizar como el "costismo". Si precisamente el caprichoso destino es
el eje principal de la novela "El cráneo de Balboa", también lo fue
que antepusiera lecturas atrasadas para zambullirme en ella. Y lo explico: hará
unos meses, publiqué en mi blog un breve artículo, que bajo el título Latraición de Francisco Pizarro, explicaba una conspiración organizada por la
propia Corona para acabar con la vida de Núñez de Balboa. En mis explicaciones
no incluí un hecho, ahora anecdótico, que rápidamente me apuntó Rafael R. Costa.
Me explicó que, tras la ejecución, decapitaron al ilustre navegante y a tres de
sus hombres de confianza y sus cabezas fueron empaladas para hacer todavía
mayor escarnio de la matanza. La anécdota es que el cráneo de Balboa
desapareció y nunca fue hallado.
La novela, ambientada en los
primeros años del siglo XX, narra la historia de un prometedor médico madrileño
que ve truncada su carrera por un hecho trágico que le obliga a viajar a Panamá
para cambiar trajes, perfumes y sus copas de coñac por pantalones remangados,
barro y cuencos de chicha. Allí vivirá un infierno y se sumirá en mil y una
calamidades; sujetado casi siempre, por los azares del destino. No quiero
entrar en demasiados detalles argumentales pero sí me gustaría explicar que el
hallazgo de esa reliquia bien podría ser una alegoría a lo que los indianos
llamaban "ir a hacer fortuna".
Si bien el argumento está bien
hilvanado y su desenlace se va deshilachando sin caer en la precipitación, lo
que más quisiera destacar, y que refiere al "costismo", es la
increíble capacidad léxica del autor y, sobre todo, la facilidad para comparar
cada escenario, cada sentimiento y cada situación, con nexos gramaticales
incontestables. De la narración hace verso, a veces hiperbólico, que irá a
gustos, pero que a mí me ha agradado. Entendería que un editor, quizás podría
decir que ese virtuosismo léxico puede entorpeces el ritmo de la historia, o
que usa en exceso el recurso metafórico de todo lo que narra, pero entonces nos
estaríamos perdiendo ese galope desbocado de palabras que le otorgan a Rafael
R. Costa ese estilo propio del que tanto me habían hablado.
Otro elemento a destacar, y a los
que nos gusta la Historia
lo agradecemos, es el enorme esfuerzo de documentación que lleva detrás esta
novela, no solo por el contexto histórico de dos países diferentes, inclusive también,
el de culturas menores, aquellas que no suelen figurar en los libros de
Historia. Además, aunque muchas veces se piense que el proceso de documentación
se limita a conocer acontecimientos pasados y los nombres de quienes intervinieron
en ellos, hay mucho más que eso y esta novela también los contiene. El autor
detalla magistralmente procedimientos médicos según técnicas de la época, tiene
en cuenta el valor de las cosas, los sueldos que se manejaban, las vestimentas,
los peinados, los hablares y el argot de cada personaje, además de infinidad de
detalles que aportan muchísima credibilidad a lo que uno está leyendo.
Pocos "peros" tiene a mencionar
y casi todos dispuestos a la objetividad de cada lector. Para mi gusto, me ha
sobrado algún "te quiero" y unos meses de plantar raíles; quizás sin
ellos sería más fluida la parte central de la novela, aunque es solo una
apreciación muy personal y, en consecuencia, discutible.
Muchas gracias, Josep. Me alegra que te haya gustado la novela. Llena de anécdotas incluso cuando la escribía.
ResponderEliminarRafael