Titular una obra es algo que
debería ser tan simple como natural. Según los cánones tradicionales de la
edición, el título representa la esencia del libro, una palabra o una frase con
la que el lector identificará el contenido de la historia que hay tras la portada. Pero con el tiempo, el propósito del título ha ido
cambiando a la vez que cambiaban los mecanismos editoriales y el tratamiento
comercial de los libros.
Definidos por el concepto básico
de representación de la esencia, todos podemos recordar títulos como Los tres
mosqueteros, Don Quijote de la Mancha, Romeo y Julieta o La isla del Tesoro.
Todos ellos son clásicos universales en los que su título nos orientaba del
contenido que íbamos a encontrar debajo de la portada, sin sorpresas ni
engaños. Más adelante, algunos autores, también considerados clásicos,
titularon algunas de sus obras con títulos que invitaban a descubrir su
significado. El principito, El perfume, El nombre de la rosa o 1984. ¿Por qué “el
principito”?, ¿qué esperábamos encontrar tras “El perfume”?, ¿las rosas tienen
nombre?, ¿Qué ocurrirá en 1984?
Y llegamos a épocas más
recientes, donde todo libro lleva consigo un sofisticado plan de promoción,
donde los editores tienen en cuenta muchos factores, no sólo los puramente
literarios. Un título atractivo, sugerente y fácil de recordar puede alzar un
libro hasta la gloria o hundirlo en la miseria. Muchos títulos
son apuestas arriesgadas, aunque si nos fijamos en los resultados de ventas,
suelen ser óptimos.
El rey de los títulos originales
es el afamado Steig Larsson y para muestra los tres títulos de su saga “Milenium”.
El autor sueco ha conseguido identificar sus libros con títulos que, a simple
vista, podríamos tachar de estrafalarios.
En los últimos años, muchos otros
autores se han subido al carro del título original y nos han dejado estas
perlas. Todos ellos tienen o han tenido una repercusión mediática que difícilmente
hubiesen tenido con un título más convencional.
Jonas Jonasson ha vendido más de quince millones de ejemplares de su novela "El abuelo que saltó por la ventana y se largó". Su obra fue adaptada al cine posteriormente.
Pablo Tusset ha vendido cientos de miles de ejemplares de esta hilarante novela. ¿Quién puede abstenerse de consular la sinopsis tras ver un título tan original? La historia también ha sido adaptada al cine.
Spencer Jonhson consiguió hacer llegar la parábola de este libro de motivación a millones de lectores de todo el mundo con una portada simple y plana.
Así pues, nunca está de más darle
un par de vueltas más a los títulos de nuestras obras, puesto que un título ridículo
podría ser el detonante de un gran éxito.
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