domingo, 2 de febrero de 2014

Cronología de una crisis anunciada


Hoy quisiera hacer un ejercicio de denuncia social, una reflexión en voz alta de alguien a quién se le están hinchando las narices de tanta tomadura de pelo. Es cierto, que hace seis o siete años vivíamos muy bien, que cualquier trabajador de clase media, se consideraba un nuevo rico. Fueron años de falso esplendor, en los que la gente tenía su piso de propiedad, con su correspondiente hipoteca a cuarenta años, su apartamento en la costa, el coche de él, el coche de ella, el Scooter de la niña, un televisor en cada habitación y un crédito a seis años para pagar el viaje a Euro Disney. Los desfalcos de banqueros y políticos ya existían, aunque desde nuestra posición de falsa comodidad, nos importaba más bien poco.
Ocurrió lo que tenía que ocurrir, que los errores de uno, pasaron al otro para que los heredara y rematara el siguiente. Aznar nos ofreció ese falso esplendor, respaldado por los buenos vientos económicos mundiales, aunque olvidó que la economía es cíclica, que tras la bonanza viene la tormenta. Se privatizaron las empresas públicas para hinchar las arcas del Gobierno, se concedieron todo tipo de permisos para construir nuevas carreteras y pisos de alto standing. Llegó a la presidencia Zapatero, gracias al voto de castigo al antiguo gobierno por habernos metido en una guerra que ni nos iba ni nos venía y sobre todo, por mentir sobre el atentado de Madrid semanas antes de las elecciones. Los socialistas se encontraron con una España en recesión, en la que los bancos ya no podían producir más dinero ficticio y no podían financiar los caprichos de los obreros venidos a ricos. Éstos últimos, empezaron a darse cuenta que sin esa refinanciación continua, ya no podían pagar sus compromisos adquiridos, de modo que contuvieron sus gastos recreativos para poder pagar los primarios. Las constructoras vieron que el pueblo ya no compraba pisos, aunque el Banco de España quiso rebajar el Euribor para que la noria continuase dando vueltas. El resultado es que las constructoras no pudieron pagar a los bancos los créditos suscritos, no pudieron pagar a los industriales, a los autónomos ni a Hacienda. Consecuencia: Los trabajadores de todo este ciclo acabaron en el paro. El Gobierno, desconcertado por el aumento del paro, por la desaceleración bancaria y por las deudas tributarias, decidió subir el IVA, congelar los sueldos de los funcionarios y las pensiones de los abuelitos. Con estas medidas no se consiguió sufragar la falta de ingresos del Estado, de modo que también subieron el IRPF. Cuando un ciudadano tiene serios problemas para pagar sus gastos fijos, la solución pasa por subir el IVA, subir el IRPF, congelar los créditos bancarios y rebajarle el sueldo; vamos, un disparate.
El pueblo vuelve a ir a las urnas, dispuesto a cambiar de rumbo, esperando que la dirección de Rajoy arregle los disparates de los socialistas, pero nada cambia, la cosa va a peor. El Gobierno decide tomar medidas desesperadas para enderezar el rumbo, de modo que sube el IRPF, mantiene congeladas las pensiones a los viejitos y el sueldo de los funcionarios, hipoteca su economía pidiendo un préstamos internacional para salvar a los bancos, pero éstos siguen sin dar crédito a un pueblo asfixiado. Se recortan las prestaciones sanitarias, igualándolas al modelo sueco; me refiero al modelo Ikea, claro está; se recorta en educación, dejando en el paro a miles de profesores, que junto a los médicos, incrementan el porcentaje de desempleo. El Gobierno busca una solución, hay que reactivar la economía. Es primordial reactivar el consumo del pueblo, pero ¿cómo hacerlo? Encuentran rápidamente la solución, suben el IVA. Es lógico, si lo que quieres es que la gente consuma, haz que un producto sea más caro. El pueblo reacciona y sale a protestar a la calle. ¡Qué ingrato e injusto es el pueblo! No ha entendido nada. ¿No entienden que han de pagar más impuestos para poderles pagar el desempleo?
Mientras tanto, los casos de corrupción se suceden: Millet, Fabra, Bárcenas, Pujol, Urdangarín, la princesa… Y el desempleo sigue subiendo. Las familias ya no pueden pagar las hipotecas y acaban siendo desahuciadas, sin derecho a ser disculpada la parte que ya tenían pagada. La gente empieza a suicidarse al encontrarse en la calle, sin casa, sin trabajo, sin futuro, sin nada. Las familias se van a vivir a casa de los abuelos, para vivir de la pensión congelada de los viejitos pero continúan pagando las hipotecas de las casas que les han robado. Y la noria sigue dando vueltas y la gente se cabrea y sale a la calle.
Entonces, el Gobierno, asustado por la rebelión popular, decide que manifestarse puede ser delito, que es un acoso a la clase política y a las fuerzas del Estado. El pueblo no puede comer, el pueblo no puede vivir en condiciones dignas, el pueblo no puede trabajar, el pueblo no puede pagar y el pueblo no se puede quejar.
Todo este proceso de incapacidad política desgasta al pueblo, que se siente estafado por un sistema que no funciona y el Gobierno se ofende porque considera que hace todo lo que puede.
Mientras tanto, suceden aquellas pequeñas cosas que provocan que alguien un día, el pueblo se enajene y cometa un disparate: Multan a un ciclista por pedalear con una ensaimada en la mano, condenan a un hombre a pagar 160000 euros por pegar carteles en las farolas ofreciendo servicios de mudanza, multan a un hombre por beber una lata de cerveza en un parque, junto al chiringuito con terraza, donde todo el mundo consume bebidas alcohólicas, multan a un hombre por extraer comida de un contenedor - Si no tiene para comer, te va a pagar la multa -, multan a una señora por tirar la basura a las cuatro de la tarde, habilitan aparcamientos de zona azul en esquinas donde hasta hace unas semanas se multaba por entorpecer el tráfico y un largo etcétera de estupideces que siguen sucediendo en este puñetero país.

Señores políticos, ¿pero ustedes tienen estudios?

5 comentarios:

  1. Querido Josep, cuando dices que les preguntarías que si tienen estudios ¿Te refieres a estudios de mercado o de cómo vive la gente? Cuando dices "Encuentran rápidamente la solución, suben el IVA. Es lógico, si lo que quieres es que la gente consuma, haz que un producto sea más caro." Eso es una broma ¿verdad? y eso de... "obreros venidos a ricos" ¡Hombre, por favor! Padre y madre trabajando para poder dar de vez en cuando una pequeña alegría a 1´5 hijos y con más años de hipoteca que... ¡si es que hasta nuestros padres lo tenían mejor! Ahora resulta que con que uno de los dos se quede sin trabajo, ya estamos mal... Yo les preguntaría: señores políticos ¿por que no eliminan la mitad de consejeros y puestos políticos? ¿Por qué no reducen a un tercio el número de autonomías? Bueno no, la última pregunta, mejor no, que si no al final, igual se quiere quedar Cataluña con Aragón, Valencia y Baleares.

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    1. Me refiero a estudios básicos, querida Manuela. De saber que el 8% de 100 es 8 y que el 21% de nada es nada, de comprender que si una familia tiene que comer, buscará la comida en un contenedor y que si le multan, no podrán cobrarle la multa y tampoco le podrán embargar la casa, porque antes ya lo habrá hecho el banco. Tienes razón, tendrían que desaparecer las diputaciones y la mitad de los diputados sobran, para ir a dormir, pueden quedarse en su casa.
      Gracias por pasar.

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    2. A eso me refería, a que subir el IVA a empresas que cierran porque con los precios más altos el público consume menos, es querer obtener un buen porcentaje de nada. Espero no haber sido muy borde. Gracias por el post.

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  2. Yo soy una pensionista congelada. Me pagan unos ocho euros más que hace 8 años, pero la luz ha triplicado el precio, el agua más de lo mismo, el pan, y un inmenso etc. Menos mal que soy una jubilada escritora y me forro con lo que esc ribo, que si no... En mi juventud lo teníamos más fácil, porque contra una dictadura se podía luchar, e incluso la comunidad ingternacional te apoyaba, pero... ¿cómo luchar ahora? Me callo lo que se me ocurre no vaya a ser que encima me metan en la cárcel por apología del terrorismo, que ahora por nada, haces algo ilegal.

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    1. Tienes razón, Mercedes. Somos cautivos de la represión democrática, quizá el régimen totalitario más difícil de derrocar.

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