Se trata de una reflexión sobre los matrimonios rotos, de aquellas ilusiones que depositamos en el amor y que muchas veces acaban en fracaso.
El lecho, aquella hierba de ayer y de mañana:
Trampa mortal para los amores lujuriosos.
Hierba dulce, libre de cualquier aduana,
hierba amarga, cicuta de besos acuosos.
Alianzas eternas, esclavas de sus dueños,
votos falsos, palabras eternas de vicaría.
Promesas errantes de sentidos cariños,
en griales dorados llenos de divina sangría.
Locura serena, palabras de hombre audaz,
deseo de nido de paja de mujer cegada,
preludio de amores y de remanso de paz;
seis monedas de oro y la dote entregada.
Luces del alba, augurios de su felicidad,
vástagos de la unión, deberes cumplidos.
El lecho vacío, dos víctimas de la vanidad,
de la hierba amarga de corazones huidos.
Alianzas guardadas en los cajones del olvido,
uniones rotas de promesas no cumplidas,
rencores de perdedor, de tiempo no vivido.
Viles amores tahúres de ilusiones hundidas.
¿Pero también eres poeta? Ya hablaremos del tema.
ResponderEliminarNo, no lo soy. Es un género que me da mucho respeto y solo he escrito cuatro o cinco cosas cortas. Hablamos cuando quieras.
EliminarGracias por pasarte.
Muy bonito, muy sentido. Todo sirve para mejorar, míralo así. ;)
ResponderEliminarGracias por pasarte, Manuela. Dicen que la poesía es algo que se escribe desde las tripas y cuando escribí este poema las tripas me sonaban mucho.
Eliminar