Hoy me gustaría hacer un homenaje a la novela policíaca clásica, aquella que nos trajo Agatha Christie, Raymond Chandler o Sir Arthur Conan Doyle, autores de culto del género; por ello, os dejo un micro comprimido.
Una nube de humo gris
precedió la aparición de El Gran Marlow, el mayor ilusionista de Inglaterra,
quien aparecía en el escenario con su habitual máscara entre aplausos y vítores
de los espectadores, entre los que se encontraban las principales autoridades
de Londres. El ilusionista hizo un gesto al Alcalde para que saliera al
escenario y este, sorprendido hizo un ademán de declinar la invitación, aunque
le pareció una buena maniobra electoral mostrarse en un espectáculo con tanta
repercusión y finalmente accedió. El Edil se sentó en un sillón de respaldo
alto que presidía el escenario, momento en el que la humareda mágica volvió a
tomar la tarima.
Segundos después y disipado el humo, no había rastro ni del
Alcalde ni del mago, ante el asombro y aplausos de la concurrencia. Diez
minutos más tarde, la policía encontraría al Gran Marlow atado y narcotizado en
su camerino, descubriendo a la vez que el Alcalde había sido secuestrado por un
impostor.
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